El volcán Puracé, uno de los más activos de Colombia, ha incrementado su actividad sísmica en los últimos meses, generando preocupación entre las comunidades cercanas. Mientras las autoridades realizan un monitoreo constante, los habitantes han asumido un rol fundamental en la recolección y difusión de información a través del periodismo ciudadano.
Con imágenes, videos y testimonios, han transformado sus redes sociales y medios comunitarios en herramientas de alerta temprana y denuncia, visibilizando los impactos ambientales y sociales que este fenómeno está generando.
El despertar del volcán

Ubicado en el Parque Nacional Natural Puracé, en el departamento del Cauca, este volcán forma parte de la cadena volcánica de los Coconucos. En los últimos años ha presentado actividad sísmica recurrente, lo que ha llevado al Servicio Geológico Colombiano (SGC) y a la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC) a intensificar su monitoreo.
Sin embargo, los primeros en percibir los cambios han sido los habitantes de la zona. Campesinos y pobladores han documentado grietas en la tierra, alteraciones en la temperatura del agua y emisiones de gases en el cráter, compartiendo esta información en redes sociales y grupos comunitarios como una forma de advertencia y protección colectiva.
“Sentimos los temblores casi a diario. Vemos cómo el volcán cambia, pero a veces las autoridades tardan en reaccionar. Por eso tomamos fotos, grabamos videos y los compartimos, para que nos escuchen”, cuenta Pedro Ramírez, líder comunitario de Puracé.
Impacto ambiental y social
La actividad sísmica no solo representa una amenaza directa para la población, sino también para el medio ambiente. Ríos con aguas turbias, vegetación afectada y alteraciones en el ecosistema han sido documentadas tanto por habitantes como por organizaciones ambientalistas.
En varios reportes ciudadanos, compartidos a través de redes sociales, se observan fuentes hídricas contaminadas por sedimentos, lo cual genera preocupación por el acceso al agua potable y la afectación de la biodiversidad en el parque natural.
Además, los movimientos telúricos han causado daños en viviendas y cultivos, impactando directamente la economía local.
“Cada vez que tiembla, nuestra casa se agrieta más. Estamos preocupados, pero nadie nos dice qué hacer”, comenta María del Carmen Torres, residente de la zona.
El periodismo ciudadano como sistema de alerta

Ante la demora en la entrega de información oficial, la comunidad ha convertido el periodismo ciudadano en una herramienta clave para la prevención. A través de plataformas como WhatsApp y Facebook, se comparten reportes de actividad sísmica, registros visuales del volcán y testimonios sobre los cambios percibidos en el entorno.
Un ejemplo significativo es la creación de un grupo comunitario en redes sociales donde los habitantes reportan en tiempo real los movimientos sísmicos y las condiciones del volcán. Estas iniciativas han permitido que la información llegue a medios de comunicación y autoridades, generando mayor visibilidad.
“Antes solo nos enterábamos por rumores, pero ahora, con nuestros propios celulares, podemos documentar lo que pasa y exigir respuestas”, explica Jaime López, joven periodista comunitario.
Respuestas institucionales y desafíos pendientes
Tras la difusión de varios reportes ciudadanos, el Servicio Geológico Colombiano ha intensificado su presencia en la zona, instalando nuevos sensores sísmicos y publicando boletines informativos con mayor frecuencia. Sin embargo, la comunidad sigue exigiendo planes de evacuación claros, medidas preventivas efectivas y acompañamiento a las familias afectadas.
Por su parte, organizaciones ambientales han reiterado la necesidad de fortalecer la educación en gestión del riesgo y de proteger los ecosistemas impactados por la actividad volcánica.
Conclusión: El poder de una comunidad informada
El caso del volcán Puracé demuestra cómo el periodismo ciudadano puede convertirse en una herramienta poderosa para la vigilancia ambiental y la gestión del riesgo. En contextos donde los desastres naturales generan incertidumbre, la información compartida por los propios habitantes permite alertar, denunciar y exigir acciones concretas.
El reto continúa siendo lograr que estos reportes sean escuchados con atención y respondidos con prontitud por parte de las autoridades. Mientras tanto, la comunidad de Puracé permanece en alerta, con la cámara en mano y la voz en alto, lista para contar al mundo lo que ocurre con su volcán.