Hace unos ocho años he trabajado como docente en el programa de Comunicación Social-Periodismo de la Fundación Universitaria de Popayán y gracias a ello he tenido la gran oportunidad de acercarme a este campo de conocimiento y he aprendido a comprenderlo, quererlo y, más importante aún criticarlo. Esto último no implica, como suele creerse, una mala disposición para encontrar de manera recurrente fallos e incoherencias, elementos que por lo demás siempre se encuentran en disciplinas y saberes muchos más antiguos y mucho más trabajados de manera académica y experimental ya que esto, en ultimas, es parte de la vitalidad intelectual. No, la crítica a la que me refiero tiene que ver con una actitud atenta e inquisitiva de revisar constantemente los elementos que componen un campo de conocimiento o un arte a fin de generar propuestas que permitan la amplitud de sus fronteras y de este modo incidir en una mejora de sus prácticas.
Dicha crítica la he podido vislumbrar, comprender, establecer y regular poco a poco gracias a los temas que he venido tratando en los cursos que regularmente he impartido durante los años mencionado a través de cursos como teoría de acción colectiva, métodos cuantitativos, crítica y argumentación e historia del siglo XX. En estos años y en el contexto de estos cursos me he percatado de la importancia y necesidad de ir incluyendo cada vez más elementos y discusiones de orden científico para aclarar algunos tópicos recurrentes e ideas dominantes dentro del ámbito de la comunicación social.
Lo anterior me llevó a considerar que la comunicación social-periodismo debería ser un campo de conocimiento (así generalmente es considerada) que vaya sin temor –lo digo por las fiebre posmodernas del ciertas áreas de las “humanidades”- hacia la ciencia. Y con la ciencia no me refiero a ese monstro imaginario, aburrido y frío que muchos tienen en la cabeza cuando piensan en el método y la experimentación. En realidad cuando se habla de ciencia se habla de algo fascinante, algo que eclipsa la ignorancia y que amplía la razón y nos lleva a explorar con detalle y esmero la realidad de un modo atento, humilde y dignificante de la inteligencia. La verdad es difícil en la actualidad sustraerse a los logros científicos e intentar -en vano desde luego- ignorarlos aduciendo algún prejuicio religioso, ideológico, filosófico o ético.
Por eso me pregunto, ¿qué nuevas fronteras le esperan a la comunicación social desde la ciencia? Son muchas para mencionarlas todas, basta con mencionar por el momento los avances en tecnología que están modificando a las telecomunicaciones, las investigaciones en neurología, los experimentos del comportamiento social tanto humano como animal, las especulativas pero interesantes propuestas para un eventual encuentro con vida extraterrestre, los estudios en genética y evolución, los avances en cibernética, en robótica y en inteligencia artificial, amén de todo desarrollado en bioinformática y en etología.
Sin duda alguna olvido mencionar muchísimos avances que en la actualidad se están gestando o se están aplicando y que pueden y van a incidir en el cambio teórico y conceptual de la comunicación social al punto de que fácilmente dejará atrás esa crítica simplona, falsa e infundada que la califica como “un mar de conocimientos con cinco centímetros de profundidad”.
El objetivo continuo de esta columna de opinión que hoy inauguro con este breve nota a modo de introducción será precisamente plantear, a partir de nuevos hallazgos, del empleo de nuevas tecnologías o de la aplicación de nuevas metodologías de corte científico, los nuevas y posibles fronteras que la comunicación social podrá eventualmente desarrollar e implementar a fin de ir un mucho más allá de los estereotipos académicos que la han encasillado como un campo de conocimiento poco complejo, cuando en verdad es todo lo contrario, pues en el tejido de la sociedad, en el complejo semiótico del que se compone su esencia, la comunicación es sin duda alguna un continuo e intrigante misterio que vale la pena darle un trato que vaya mucho más allá de los monótonos imaginarios – condicionados por ideologías muy populares pero poco confirmadas- que han dominado el panorama teórico de la Comunicación Social.
Espero que a los lectores de esta página les guste Fronteras científicas para la comunicación y que de paso sirva para incentivar el espíritu crítico, la investigación y el desarrollo conceptual, personal y espiritual de todos aquellos que nos gusta develar los ropajes de la real.