Una historia basada en la vida real, protagonizada por actores en el papel de William y Nicole.
En el municipio de Argelia, Cauca se encuentra una vereda llamada Sinaí, ubicada a cuatro horas de la ciudad de Popayán. En las afueras de dicha vereda, poblada de árboles y montañas que parecen abrazarse unos con otros, se encuentra la finca que pertenecía a mi familia.
Soy William Arboleda Daza, el hijo mayor de don Víctor y doña Esperanza; y he sido víctima del conflicto armado en Colombia desde que tengo 17 años de edad, junto a mi familia hemos pasado una de las mayores catástrofes de la vida, el desplazamiento forzado – Esta es mi historia.
En el año 2002, durante el conflicto armado por la seguridad democrática en el posicionamiento del ex-presidente Álvaro Uribe Vélez, mi familia fue desplazada de su tierra de la manera más atroz y vil posible.
Hasta el momento desconozco el paradero de mis padres, desde hace 14 años. Mi hermana Nicole es quien junto a mi ha experimentado este proceso de segregación. No ha sido fácil, porque no solo hemos perdido a nuestros padres, también dejamos atrás nuestra felicidad, los cultivos de maíz, plátano y frijol, a nuestros seres queridos y principalmente nuestro hogar, solo esperamos volver a casa en algún momento y recuperar nuestra vida.
Añade William
Mi infancia fue adorable, recorría cada rincón de mi casa, así como también jugaba con mis vacas atoreandolas. Mi madre cuidaba de mí y de mi hermana, una mujer maravillosa que con su sensato amor hacía qué nuestros días fueran bonitos. Mi padre por su parte siempre se caracterizó por su responsabilidad y lo mano dura que era con nosotros, a veces llegamos a creer que nos odiaba por la manera en cómo nos trataba, pero a pesar de todo, nunca nos faltó el pan sobre la mesa ni el amor incondicional que aunque lo demostrara poco, se sentía con toda el alma.
Nunca olvidaré mis raíces, mi adolescencia y quien era antes. Estoy seguro que mi hermana tampoco a pesar de que tuviera 13 años en ese momento.
Un día escuchamos unos tiroteos cerca de la finca. Mi padre asustado se escondió en la habitación mientras se asomaba por la ventana para ver qué pasaba, observó cómo mataban a nuestros animales y como la violencia había llegado a poner fin a nuestro entorno.
Se llevaron a mi padre y a mi madre, solo por querer protegernos y cuidarnos del reclutamiento forzado, ya que los guerrilleros querían llevarnos a mi hermana y a mí. Aún recuerdo aquella madrugada donde sentía que mi vida se venía abajo.
Pasó el tiempo y con la falta de oportunidades vi la necesidad de conseguir un trabajo estable para poder sustentarme junto a mi hermanita. Juntos recorrimos varias localidades de Argelia con tal de salir adelante, pero como no todo es fácil, nos tocó desplazarnos para la ciudad de Popayán en busca de más oportunidades para un mejor futuro.
Fue complicado; perdimos todo, nuestros padres, nuestra casa, nuestra seguridad. La soledad y la incertidumbre nos consumían día tras día.
Con el paso del tiempo nuestra esperanza se iba acabando, pero después de tanto esperar, llegó una luz que iluminó nuestras vidas.
Conseguí trabajo en la galería la 13, fui carguero. Mi hermana fue empleada domestica por un largo tiempo. Juntos logramos salir adelante, logramos propiciar la vida que tenemos ahora y que tenemos por mejorar. Nos ratificamos en el barrio las Garzas. Sin embargo, nuestro pasado nos consume, la pérdida de nuestros padres es un sentimiento inefable que deja un sinsabor en nuestras bocas.
Nunca sabremos si este es el fin de nuestra historia…
Nunca sabremos si este es el fin de nuestra historia…