¿Sabías que lavar carros tiene su ciencia?, estudio Comunicación Social, viví una de las experiencias más enriquecedoras y memorables de mi vida. Por 9 horas fui lavadora de carros, para mí esta labor no era nada del otro mundo, pero aprendí mucho más de lo que yo pensaba.
Por Dary Calvache, estudiante de Comunicación Social-FUP
Los carros transitan por todos lados y existen múltiples diseños y colores, lo que para nosotros es de lo más común. Tal vez nadie se pregunta lo que implica que un auto se encuentre limpio, ni mucho menos se cuestiona quiénes están detrás de ese trabajo. Lavar carros no es una labor que tenga seguro de alguna EPS, ni tampoco te brinda un salario o sueldo determinado, porque puede variar dependiendo de muchos factores: la cantidad de carros que lleguen, el número de personas que trabajen en el lugar, y hasta el clima afecta; pero esto lo explicaré más adelante.
En esta ocupación cada lavador se desempeña o se pule como quiera con el carro que le corresponda, como también se está expuesto al sol y al agua, ya sea de la lluvia o de las mangueras. Imagina estar la mayor parte del día de pie y fregando con un trapo, cepillo o escoba cada rincón de un auto. A pesar de que el trabajo llega a ti, no es nada fácil ganarse algo de dinero para subsistir.
Estoy en tercer semestre de Comunicación social en la Fundación Universitaria de Popayán, en una de las asignaturas que curso surgió un trabajo periodístico de campo sobre “vivir” los oficios en la ‘Ciudad Blanca´, al principio no tenía la más mínima idea de lo que iba hacer, pero con algo de suerte mi mente recordó que a media cuadra de mi casa hay una lavadero de carros, así que lo primero que hice fue dirigirme al lugar y hablar con la persona que lo administra (Jerson); quien por fortuna me dijo que si, de manera que acordamos el día y listo.
Llegó el gran día
Un viernes a las 7:00 am ya estaba lista para ir al lavadero, me coloqué ropa cómoda y unos tenis, llevé mi celular, quien sería mi único acompañante. Antes de llegar me sentía tranquila y ansiosa a la vez, pues en ciertas ocasiones le había ayudado a mi padre a lavar su camioneta, por lo cual consideraba que no sería nada de otro planeta. Cuando llegué, Jerson me dio algunas pautas que debía tener en cuenta a la hora de ejercer el lavado. El primer carro lo lavé en compañía de un señor muy amable llamado Alfonso, pues a pesar de que no era algo nuevo para mí, el hecho de que una persona estaba pagando para que laven su auto, ya es una gran responsabilidad; era un auto pequeño de color verde oscuro (Mazda).
A medida que iba lavando y observando, me di cuenta de que cada trabajador tenía sus elementos de trabajo: un balde, escoba, trapo, jabón y cepillo. Además, tenían sus botas y algunos su delantal para protegerse del agua y así no estar mojados toda la jornada. En medio de mi ignorancia y despiste no lleve nada, pero por fortuna el señor Alfonso me presto sus instrumentos.
Para ese entonces me sentía incomoda, porque no conocía a nadie y me quedaba por ahí parada sin saber que hacer, esa sensación de cuando eres nuevo en un lugar o trabajo. Diez personas laboran en el lavadero la Octava, dos de ellas con discapacidad auditiva; la mayoría son hombres entre los 20-40 años, menos don Alfonso quien tiene aproximadamente 58 años.
Conociendo más a fondo
Algo que tal vez es muy es muy lógico, pero que en ninguna ocasión se me pasó por la mente es que me tocara esperar turno, ya que cada carro que llega va siendo asignado a un trabajador y así hasta que te corresponda tu turno. El precio puede variar dependiendo del tamaño del carro, por ejemplo, uno pequeño tiene el valor de $20.000 pesos, de los cuales se reparten en la mitad, es decir, $10.000 para el administrador y $10.000 para ti.
Eran las 9 de la mañana, aun no me sentía cansada ni mucho menos avergonzada, habían llegado 10 carros, de los cuales solo había ayudado a lavar uno, hasta el momento no estaba nada cansada pero ya podía concluir que era un trabajo que dependía de agilidad; pues si quieres lavar varios carros debes de desocuparte rápidamente.
Los pasos para que un auto quede limpio, son muchos primero se lo debe subir a la rampa y con una maguera que expulsa agua a alta presión se le quita el barro que tenga por fuera; se debe agarrar de manera firme y no se le puede colocar el dedo por que la presión te lo quema. Luego se lavan las llantas con lo que se considere pertinente (cepillo o escoba), la parte arriba se friega con un trapo para no rayar el auto, después se juaga; posteriormente se lo baja de la rampa, se lo seca por fuera con un trapo; por dentro se lo limpia con una toalla húmeda; después se utiliza un aparato denominado soplador para sacar el polvo o la mugre de los lugares donde no se alcanza a meter la mano; seguidamente se utiliza una aspiradora para succionar todo el polvo o mugre que haya dentro del carro (especialmente en los asientos y tapetes), finalmente con una esponja se aplica glicerina en las llantas para que queden negritas y brillantes.
Al inicio del texto expresé que el sueldo del jornal puede variar por la cantidad de carros que lleguen, pues de esta manera hay más posibilidad de lavar. También juegan un papel importante el número de trabajadores, puesto que, si hay muchos, vas a lavar menos, y por último el clima ya que si llueve los conductores tienden a no hacer a lavar su carro debido a que con el invierno se ensucia más rápido.
El final de mi experiencia
La jornada laboral llega hasta las 4:00pm, hasta esa hora logré lavar 3 carros, añadiendo el que don Alfonso me ayudó a lavar, como eran pequeños me gané $30.000, no me sentía muy cansada, pero mis manos si estaban un poco maltratadas, me sentía feliz de lo que había logrado. Al lavadero llegaron 28 carros aproximadamente. Yo me demoraba 2 horas lavando un carro, es decir que en un total de 6 horas me gané los 30mil. Puedo deducir que el cansancio de esta labor depende de que tan denso este el día, desde mi parecer este trabajo resulta rentable pues por muy mal que te vaya, en el día lavas 3 carros que ya dependiendo el tamaño será el pago.
Es un trabajo totalmente honrado, que como cualquier otro merece respeto y admiración por las personas que lo hacen y que a diario se ganan algo de dinero para sus necesidades básicas, estar expuesto al sol y al agua por nueve horas no es nada sencillo. Aprendí a ser más agradecida con la vida por todo lo que tengo, aprendí que nunca se deja de aprender y de vivir experiencias enriquecedoras que te marcan para siempre, nunca imaginé ganarme un jornal lavando carros y mucho menos en Popayán.