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    Edición 1

    Palabras mudas

    Isabel RodriguezPor Isabel Rodriguez23 octubre, 2015Actualizado:4 marzo, 2019No hay comentarios5 Mins Lectura0 Vistas
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    Johana Izquierdo
    [email protected]
    Estudiante de Comunicación Social FUP

    Algo más que un mimo en Popayán

    Siempre tuve la curiosidad de cómo las personas podrían decir algo con sus sentimientos más profundos sin la necesidad de hablar, tan solo por señales que podrían dar a comprender la situación.

     

    Julián, un joven que trabaja en las calles blancas y frías de Popayán

    Todo empezó desde muy pequeño cuando me encontraba solo, aunque la verdad ahí estaba ella siempre, Cirila a quien yo le decía mamá así no lo fuera. Nunca tuve un hogar como todas las personas normales que lo tienen y no es que esté diciendo que sea anormal, pero con eso aprendí a vivir, y ni les cuento de como dormí o mejor dicho como duermo, pues los puentes son para tirar basura y hasta suelen ser ignorados por las personas, pero eso si jamás por los perros. Si esos perros chandosos que no tienen donde dormir, y se me olvida la parte de los animales, esos bichos raros de cuatro patas que suelen pasar al lado tuyo pero del mismo sueño y frio ni les haces caso, es más yo creo que he abrazado a más de una o hasta besos me han de dar.

    No es la gran cosa ni mucho menos, la verdad es muy incómodo vivir entre cartones y sudor, pero puedo decir que amor del bueno si hay, lo digo por mis vecinos de al lado que ya llevan varios años de vida íntima y son ellos los que no dejan dormir dándose calor humano cada noche, mientras yo lo busco en mis cartones que son mi colchón y mi cobija que en realidad ya no calienta nada.

    Todos tenemos algún sueño desde pequeños y el mío siempre fue ser mimo, al final lo cumplí aunque la verdad es difícil, porque no tengo dinero para ser un mimo decente y fue desde ahí donde supe que no siempre las cosas se dicen con palabras, lo digo porque ser mimo me permite  imitar a muchas personas que se ven felices en la calle, cuando en realidad ellos mismos hasta  podrían serlos también, pueden estar fingiendo mil sonrisas.

    La mayoría de veces prefiero ser mimo todo el tiempo, la verdad me distraigo y  pienso en llegar a mi hogar, mmm sí, la verdad así lo llamo, mi hogar, en realidad no tiene paredes,  cama ni televisión, mejor dicho no tiene nada, pero ahí nací, ahí vivo y ahí moriré

    Me siento una persona importante en este momento porque alguien se está interesando en mi vida y no pregunta cosas como ¿por qué no estudio? o simplemente no critica mi vida, ella es chévere y me cae bien, pero la verdad pensándolo bien, eso del estudio no es lo mío, no me veo sentado por horas escuchando a una perones, y tampoco digo que no lo necesito pero ser mimo la verdad me hace totalmente feliz.

    Yo quiero que todas las personas que algún día lean esto, se imaginen como es la vida de un mimo,  es verdad, en las calles se aprenden a vivir la verdadera vida, conoces personas peores que tú, lo digo por su vida en todos los sentidos, pero no les niego que siento un fresquito cada vez que me doy cuenta que existen personas peores que yo, y no es que sea malo, no, solo que algunas veces alegamos por algo tan insignificante que volteamos a ver a nuestro lado y esos sí que están peores.

    Yo duermo con las gallinas y me acuesto con ellas, aunque la verdad no son gallinas las que me levantan, son los gallinazos, si esos que esculcan la basura a ver que encuentran. Ellos son mi despertador todo los días, porque esto es muy peligroso y me duermo temprano así haya o no comido, solo él que en realidad sea valiente puede sobrevivir de esto y yo, el mimo lo llevo en la sangre.

    Cuando ya termina mi trabajo vuelvo a mi dulce hogar por no decirle que huele a basurero, las personas que viven aquí conmigo me dice mimo de basural, pero no les digo nada porque ellos son como mis hermanos y entre todo nos cuidamos.

    Huy!!Se me olvidaba contarles, en diciembre no hacemos nada… ¡magnifica sorpresa!

    Esperamos que sean las doce para decir feliz navidad, pero siempre pasan personas y nos dan de comer o nos llevan ropa o cosas;  el 31 de diciembre si nos vamos por ahí a dar vueltas entre todos y nos tomamos unos traguitos y al otro día con dolor de cabeza a trabajar ¿pero quién sale un primero de enero? Los borrachos que llegan y te cuentan lo “trágico” de sus vidas, yo no les digo nada porque si les cuento ya no sería tan divertido verlos llorar.

    Esa es mi vida de mimo todos los días desde que nací, no espero nada de la vida, y la verdad soy una persona muy sola y callada, mi única compañía es mi otro yo, que está las 24 horas del día tapando cierta vida mía, es esa otra parte que ya te acabo de contar, y la otra mitad es aquella que juega con las otras personas a hacerlas reír de sus propios problemas, porque nunca es tarde para regalar una sonrisa y tan solo con un gesto se puede expresar todo el cariño y amor sincero que sientes por algo o por tu vida misma.

    Esa otra mitad es el mimo que me acompaña desde que era pequeño y el que sale y puede expresar todo lo que siente por medio de una cara blanca pintada, la verdad no importa como esté pintada y qué utilizo para hacerlo solo confórmense con saber que es un mimo más sobre las calles de Popayán, dándole gracias a las palabras mudas de miles de patojos.

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    Isabel Rodriguez
    Isabel Rodriguez

    Comunicadora Social, docente, investigadora y emprendedora. Líder del proyecto El Claustro, periodismo Universitario y del Semillero de Investigación COMPETIC, del programa de Comunicación Social. Disfruto aprender, enseñar y compartir experiencias que transforman para contribuir a la formación profesional, ética y humana. ¡La educación es el arte aprender haciendo para visibilizar lo invisible y construir nuevos conocimientos desde el contexto en que habitamos!

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