Alejandra Torres y Viani Guerrero
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Estudiantes Comunicación Social FUP
Desde hace 478 años, Popayán, la ‘Ciudad Blanca’ de Colombia, se encuentra atrapada en una época colonial, mezcla de historia y religiosidad. Sus calles empedradas, iglesias y monumentos ofrecen la oportunidad de encontrarse con otro tiempo, invitan a la calma, y a la espiritualidad, haciendo de la ciudad un lugar atractivo para turistas que la frecuentan y la eligen entre sus planes para ‘empaparse’ un poco de su historia, tradiciones o participar de eventos de relevancia internacional y nacional como la Semana Santa y el Congreso Gastronómico.
La ‘Ciudad Blanca’ a pesar de estar rodeada de joyas arquitectónicas como las diferentes iglesias y museos, situados en el centro histórico de la ciudad, no cuenta con otro tipo de distracciones ni programas que retengan de manera prologada a muchos turistas, por lo que muchos de ellos después de estar tres días en Popayán, ya quieren salir a dar un paseo lejos de la ciudad.
La mirada que tienen los turistas acerca de Popayán no dista mucho de quienes nacieron y viven en ella, ya que se comparten varios sentimientos, entre ellos la admiración de ser una ciudad pequeña y bonita, de aun conservar paredes blancas y lograr transportar a los habitantes al siglo pasado, pero también se encuentra el lado oscuro de la ciudad, del que todos se quejan y es el estancamiento al progreso, vías pequeñas y cerradas, falta de oportunidades laborales y el miedo al desarraigo histórico.
Esta última parte repercute en el desconocimiento de la ciudad, ya que muchas personas no saben de la existencia de Popayán hasta que llegan a ella por alguna casualidad, y solo les basta con ‘echarle’ una mirada de cerca para destacar las cosas buenas y malas, este es el caso de un grupo de españoles que llegaron a Popayán por una invitación al Festival Gastronómico quienes pudieron conocerla y expresaron el agrado y desagrado que la misma les causó.
“Es la primera vez que visito esta Ciudad, su arquitectura colonial la hace muy bonita. En realidad tenía una referencia por un viejo amigo que la visita de seguido, quien me comentaba que lo más agradable de Popayán era la amabilidad de su gente y hoy que me encuentro aquí lo compruebo y digo es cierto. Hay algo que me inquieta y me llama la atención de la Ciudad, y es el tráfico vehicular, no sería capaz de coger un coche y conducirlo por sus calles, me llena de terror ver como conducen de una forma rápida y sin precaución, sería la única mala impresión que me llevo de esta ciudad; de lo contrario sería una de mis favoritas para vivir.” Andrés Castela, quien confirma una vez más que Popayán es una ciudad cálida por sus habitantes.
Por otro lado, Popayán brinda una sensación de tranquilidad, para quienes la habitan y también para aquellos que llegan a ella. Michel Mallera es un estadounidense que llegó a Popayán por casualidad. Él se dirigía al país vecino del Ecuador y pasó por la ciudad de Cali. Allí le dieron buenas referencias de Popayán. Emocionado por las descripciones dadas por sus conocidos, viajó en compañía de su novia y pudieron conocerla de cerca y así comprobar lo que otros comentaban de ella.
Michael quedó muy impresionado por la ciudad, “Popayán tiene muy buena arquitectura colonial; fuimos al Morro nos pareció muy bonito, muy tranquilo, ahí paramos para disfrutar. El clima es muy fresco. Popayán es más grande de lo que pensaba, encontramos muchas tiendas, muchos restaurantes, muchos hoteles, hay mucha gente en la calle, me parece que es una ciudad encantadora, y me dan ganas de volver a ella con más tiempo y visitarla en su totalidad”
Aunque los motivos sean pocos para visitar Popayán, hay quienes decidieron quedarse y empezar una nueva vida en esta pequeña y tranquila ciudad. Este es el caso de Erik Gouwswaard, un holandés que tampoco tenía idea alguna de la existencia de la ‘Ciudad Blanca’, pero una historia de amor lo encadenó a la ciudad y desde hace cinco años cambió a Europa por Popayán.
El cambio para Erik fue drástico, puesto que su vida se desarrolló en el primer mundo y llegar a un país tercermundista es dar un giro de 360 grados; y aunque Popayán es una ciudad atractiva por sus edificaciones y demás cualidades, se ha quedado un poco estancada en cuanto al desarrollo y progreso, lo que ha creado un estereotipo muy marcado en quienes conocen la evolución de países europeos. Erik denomina a Popayán como “un pueblo” donde predomina la historia y el mayor beneficio se convierte en el mayor problema, ya que la ciudad es tan tranquila que llega a un punto donde se pasma y lo único que pasan son las horas.
“Lo que no me gusta de Popayán son las vacaciones, porque no hay nada que hacer, la ciudad se pasma y se vuelve aburridora, aquí faltan muchos sitios para entretenerse, casi no hay recreación, en ese sentido las vacaciones duran mucho porque se vuelven monótonas”, afirma Erik.
La calma de la ciudad es ventaja y desventaja porque, si bien es cierto que la se torna aburrida, además que al ser tan pequeña permite que todo quede cerca; de esta forma los ciudadanos desplazan de norte a sur, de oriente a occidente en poco tiempo y utilizando una sola ruta de bus, diferente a lo que sucede en otras ciudades colombianas. También, es un lugar tranquilo para estudiar por lo que es también conocida como la ‘ciudad universitaria’.
Al tener un ambiente propicio para estudiar, atrae a muchas personas que escogen a la ciudad para enviar a sus hijos a realizar intercambios académicos. Antonio Lau, es un ejemplo. Con solo 17 años llegó hace un par de meses proveniente de la ciudad Nuoro en Italia, a terminar su colegiatura en esta ciudad.
Puede sorprender el escuchar de él que Popayán le parece una ciudad demasiado grande, en comparación a su ciudad natal italiana, tal vez porque muchos de los payaneses y los mismos colombianos la consideran pequeña y de pocos habitantes. “Decidí llegar a Colombia, específicamente a Popayán por familiares que viven hace algunos años aquí, inicialmente busqué vivir en una cultura diferente a Italia, y creo haberlo encontrado, no llevo mucho tiempo pero encontré un colegio donde me siento a gusto, la ciudad me brinda ciertos espacios para compartir conmigo mismo, familiares y algunos amigos que he conocido”.
Así como a Michael, Erick, Antonio y muchos más extranjeros que viven o simplemente pasan un tiempo corto en la ciudad, sienten la acogida que les brinda al llegar y cruzar sus calles estrechas y coloniales. Son muchas las formas de ver la ciudad. Sin embargo, cada cual lo hace de acuerdo a su estilo de vida y sus imaginarios. La incógnita que surge a partir de estas perspectivas es si ¿realmente la ciudadanía hace de Popayán una gran y mejor ciudad?, ¿por qué criticar en vez de construir?, ¿qué enamora la ciudad? y otras preguntas más que seguramente ningún habitante no se ha cuestionado, por estar enfocado en su diario vivir o tal vez se acostumbró al conformismo, a vivir de la crítica y a no disfrutar realmente de las cosas bellas que ofrece Popayán.