Por: Jakeline Fernández Fernández. Estudiante de Comunicación Social- Periodismo, Fundación Universitaria de Popayán
Estoy en sexto semestre de Comunicación Social-Periodismo en la Fundación Universitaria de Popayán. En una de las asignaturas que curso surgió un trabajo periodístico de campo sobre los oficios en Popayán, sin pensarlo escogí el mototaxismo ya que me llamaba la atención por su incremento en la ciudad. Por ocho horas fui mototaxista. Gané dinero y aprendí que la calle también es una carrera de vida profesional.
Además mis amistades han sabido suplir las necesidades básicas del hogar a partir de este trabajo. Para empezar, primordialmente necesitaría una moto, lo cual consulté con un amigo para que me ayudara a conseguirla, sabía que en su familia era posible el favor, seguidamente pasé a consultarlo con el profesor, lo primero que manifestó:
-Debes estar al día con la documentación.
-De la moto sí, pero a mí me falta el pase, -le dije.
Su respuesta fue inmediata. – No, son muchos los riesgos, un accidente; que te quiten la moto…
-Pero aun sabiendo a lo que me enfrentaba seguí adelante.
Suponiendo que algunas motos operan sin pase, me aventuré a lo que muchos hacen acá, así que teniendo en cuenta lo que me desafiaba, solo era una consulta más no una camisa de fuerza para detenerme en esta labor.
El siguiente paso fue involucrarme en el trabajo de mototaxista, no me preocupé por cuestiones de imagen y reputación, pues es un trabajo respetable que nace a partir de las necesidades; además con el simple hecho de bajar la víscera escondes la identidad e inclusive se podría denominar que eres un forastero en medio de las calles.
No podía olvidar que no sería la única persona trabando allí, tendría todo tipo de competencia. Algunos se posesionan del espacio público como si fueran los dueños, es decir, si un mototaxista lleva ya un tiempo considerable trabajando en un sector de algún barrio en la ciudad, es difícil que acepten otro mototaxista que llegue a “invadirles su terreno”.
También pensaba en el acogimiento de las personas del lugar, cada persona es un mundo diferente y todos los días no te encuentras con el mismo ánimo y tampoco le puedes agradar a todos; sin embargo, me lo había propuesto y era un hecho.
No podía ir sola, necesitaba registro fotográfico de mi labor periodística. Por eso le comenté a un amigo y decidió apoyarme. Era sábado por la tarde, nos disponíamos a eso de las 3:00 p.m., para nuestro recorrido; no me interesé mucho por la comodidad más bien por la presentación, quise romper toda regla de prototipos no importa tu labor u oficio la imagen comunica, coloqué mi canguro negro entre mis prendas y lo que no me puede faltar, mi chaqueta negra.
¿Cuánto cuesta el rebusque de una carrera entre las calles?
Al principio no sabíamos por dónde ir con mi amigo, así que tomé la iniciativa de salir primero en la moto y que él me siguiera; empecé saliendo por la calle novena y de lejos alcanzaba a mirar el primer reten en el sector de Santa Inés.
En ese instante aumentaron mis miedos, nervios no sé, comencé a sudar, así que me desvié por carrera cuarta. Llegando a la esquina del parque Alfonso López vi que una persona estaba mirando para todos lados, pero recordaba que cuando salía a las calles me impacientaba que las motos me pitaran o me dijeran “moto”.
Mi mente siempre respondía: si esa persona necesitara ya hubiera levantado la mano. Así que pasé por un lado despacio y no dijo nada, entonces aceleré y por retrovisor alcancé a mirar que pasó otra moto y le habló, conversaron y al final se subió, entonces me dije, debo ofrecer el servicio, “jumm” que complicado, estar pronunciando “moto”.
Continuamos la trayectoria, mi amigo muy alejado para no causar sospechas o mal entendidos. Salimos a la calle 17 y justamente en la carrera sexta había una señora a quien le ofrecí el servicio, me dijo que por favor la llevara al restaurante La Cosecha.
-¿Es la primera vez que trabaja en esto cierto? no me sorprendió la pregunta, realmente estaba nerviosa, le contesté inmediatamente –Sí.
En su amabilidad me ayudó en uno de mis temores que eran las direcciones, me guió y me dijo
– ¡Por favor no me vaya a hacer golpear!.
Cuando la dejé en el sitio, recibí mis primeros $2.000.
-Tenga mucho cuidado, no esté subiendo a cualquiera, puede ser peligroso. En mi mente pensaba que me he caracterizado por mi humildad y eso hace que tenga cierta simpatía o lo que le llaman conexión con las personas.
Mis amigos mototaxistas me habían comentado que en promedio reúnen en días de quincena hasta $75.000 y $80.000 al día, con un horario intensivo de nueve horas que le permite en algunos momentos del día dar un espacio para el desayuno y almuerzo.
Si dividimos como tarifa mínima los $75.000, entre las nueve horas, estarían recibiendo un pago de $8.300 por hora.
Y si aproximadamente como se escucha en las calles, en la ciudad de Popayán se están movilizando 6.000 motos diariamente, haciendo entre las ocho horas labores 25 carreras, es decir si multiplicamos estos datos, serían alrededor de 150 carreras que se estarían moviendo diariamente por cada moto; imaginémonos la economía que se mueve alrededor de este transporte.
Aunque mi mente se encontrará como un libro de Baldor por decirlo así, tratando de resolver ejercicios matemáticos, pues no me estaba ayudando de mucho, seguía perpleja, no sabía por dónde ir. Salimos al Puente de calle cuarta y no veía pasajeros, seguí derecho, pasé por el puente Chune y mi amigo me dice, -Por qué te vas por allá puede ser peligroso.
Entonces nos devolvimos y justamente pasando por el semáforo del Cementerio Central, había una chica esperando moto, e iba llegando al punto, cuando llegó otra moto y me “ganó” prácticamente. Mi amigo me decía -Este trabajo es como los colectivos, tienes que estar atenta y en lo posible en una buena posición.
El aguante entre el rol de Mototaxista
Continué despacio y salió un joven de un bar, me habló entre su estado de embriaguez que no era muy alto y me dijo que lo llevara a Santa Elena y que nuevamente lo dejara ahí, no vi ningún problema, nos fuimos, y cuando miré alrededor no veía a mi amigo; me asusté mucho.
Le cobré $5.000 y sacó un billete de cincuenta mil.
-No tengo regreso, vamos a cambiarlo, le dije.
– Mi mente estaba angustiada. Me preguntaba ¿dónde ira a cambiar el billete?, pasamos por la tienda y no tenían sencillo;
-Tienes que comprar algo en esa cafetería. -Le dije. Muy obediente fue y compró rosquillas.
Después me expresó que lo llevara al barrio El Guayabal. Cuando íbamos en el camino se encontró con un amigo que estaba conduciendo y él le grito -¡Estoy estrenando chofer!, sabía que el comentario era porque siempre me decía por dónde ir y que estuviera tranquila.
Cuando llegamos al punto donde debía dejarlo me dijo por dónde devolverme, me regaló una rosquilla y me reiteró- Tenga mucho cuidado, no esté subiendo a cualquiera.
Este trabajo requiere de ser estratégico, entonces me acordé que en la esquina de La Quesera Los Paisas en dirección patoja, un populoso lugar Minimarket, y para los que deseen conocer, ubicado en la Cl. 6a #18-2, barrio La Esmeralda de Popayán, siempre hay movimiento de clientes, nos encontramos con mi amigo, pero cada uno por su lado.
Interactúe con un mototaxista, quien me comentó sobre su vida además que este trabajo saciaba las necesidades del diario familiar. Ese día llegó una joven por el servicio y este joven amable me dijo que fuera con ella que tranquila. Nos dirigimos al barrio Chapinero y me canceló lo que le pedí $4.000. Ya había asumido mi rol con mucha tranquilidad y cortesía.
Nuevamente regresé al mismo lugar, pero esta vez conocí e interactúe con El “Mono”, también me comentó sobre su vida y me hablaba sobre los riesgos de este trabajo, mi mente estaba confundida y me preguntaba
-¿será que no quiere que este aquí?
Al final concluyó, -A este lugar llega bastante gente a trabajar, aquí no le negamos la oportunidad a nadie, pero te recomiendo que busque una moto más sencilla como una Hero eco Deluxe.
Seguramente lo decía porque la moto Honda CB110 que conducía, lucia muy nueva
-Hace pocos días robaron aquí a un compañero, también te recomiendo observar a quien subes y tener en cuenta que los barrios más peligrosos son Los Sauces, María la Mala, Alfonso López, por allá no te vas a meter, además que eres muy nueva esto- Me expresó El «Mono».
– ¿Cuáles son los mejores días para trabajar? Le pregunté.
-Estamos en quincena y la gente paga lo que uno le pida y los fines de semana, no hay mucho transporte, así que los días que se podría decir malos, son fin de mes, la gente ya no tiene.
Las cosas pequeñas con amor, las enaltece
Me conmovió los sentimientos. De verdad que estamos en un país donde poco nos interesa la vida del otro y por lo que pasan y todo lo que significa una moto para la subsistencia o quizás los sueños que faltan por cumplir a punta del rebusque de una carrera.
Me sucedió que antes de cruzar para aquel lugar, las personas me decían que después del semáforo había reten, que tuviera cuidado. Los mototaxistas se la juegan con sacrificio cada día.
Nuevamente, llegó una usuaria y confiadamente me dijo –Quiero que tú me lleves a San Agustín. Miré a mí alrededor y había muchas motos al servicio que tenían la mirada puesta en mí, pues era la única mujer. En mi recorrido iba mejorando mi habilidad en conducir y aumentando los billetes, había satisfacción y motivación en poco tiempo.
Cuando volví al lugar, El “Mono”, estaba ahí, y me dijo:
-Ya se va haciendo tarde, te recomiendo que vuelvas mañana, también hay movimiento.
Todo estaba resultando sin ser planeado. Nuevamente regresé al sitio. El “Mono”, me dijo que me estaba esperando, que ya se iba a descansar, que los domingos eran fructíferos, así que me esperaba ver mañana y que fuera buscando una moto para correr menos riesgo.
Mi amigo siempre al pendiente, cuando ya se anocheció, se acercó a mí y era quien me ayudaba a ofrecer el servicio, ya sentía el cansancio de estar manejando, me dolía la cola, las piernas, aunque el tiempo estuvo a mi favor ni sol, ni lluvia.
En la noche mejoraba los ingresos, pues solo me moví, puedo decir que intuitivamente entre dos y tres manzanas del lugar y la tarifa mínima por carrera no bajaba de $3000 mil e inclusive una joven me preguntaba que si siempre me hacía ahí, en mi mente se me ocurría que seguramente estaba considerable el precio o muy económico. Le respondí –Por el momento si, dijo –Es bueno saberlo.
Se escuchaban comentarios, “una nueva motoratona en el sector”, y sé que mi presentación por decirlo así, de ser lucida, ayudó bastante para mi labor periodística.
Allí el mototaxismo entra en el auge; la falta de empleo y la necesidad de tener ingresos estimula a las personas a utilizar la moto para ofrecer un medio de transporte alternativo en la ciudad, aunque se convierta en una seria competencia para el transporte público tradicional y legal.
La necesidad como punto de partida
Desde de mi experiencia como mujer al volante de una moto, en una esquina de un barrio comercial: $30.000, en menos de cuatro horas, sacando lo de la gasolina, nuevamente despierta mi interés en realizar ejercicios matemáticos.
Si dividimos $30.000 entre cuatro, se podría decir que, por ser mujer, la hora estaría equivaliendo a $7.500, según cálculos $800 menos que un hombre y eso contando que soy inexperta en atajos y direcciones fijas además que no soy ama de casa, mi tiempo estuvo siempre a disposición. Es decir que se obtiene un buen dinero, siendo independiente entre las calles que en un turno o trabajo fijo.
Este beneficioso oficio, que implica enfermedades, contaminación, comparendos, inmovilización de las motos, entre otros, y a pesar de todas las consecuencias, crece constantemente y se asocia a carencias, dificultades económicas y laborales.