Cerrar Menú
    Facebook X (Twitter) Instagram
    • Quienes Somos
    • Comunicación social al día
    • Ediciones
      • Edición 1
      • Edición 2
      • Edición 3
      • Edición 4
      • Edición 5
      • Edición 6
      • Edición 7
      • Edición 8
      • Edición 9
      • Edición 10
      • Edición 11
      • Edición 12
      • Edición 13
      • Edición 14
      • Edición 15
      • Edición 16
      • Edición 17
    Facebook Instagram YouTube
    El Claustro
    • Inicio
    • Popayán
    • Región
    • Relatos
      • Crónicas
      • Entrevistas
      • Historias de vida
      • Opinión
      • Reportajes
    • Investigación y ciencia
      • Convoca y semilleros
    • Rincón literario
    • Eventos
    • Extensión y Proyección Social
      • Prensa Escuela FUP
    Contacto
    El Claustro
    Estás en:Portada » La noche que las nombra
    Destacado

    La noche que las nombra

    Angela GiraldoPor Angela Giraldo19 noviembre, 2025Actualizado:19 noviembre, 2025No hay comentarios8 Mins Lectura16 Vistas
    Facebook Twitter Pinterest Telegrama LinkedIn Tumblr Correo electrónico Reddit
    Compartir
    Facebook Twitter LinkedIn Pinterest WhatsApp Correo electrónico

    Angela Giraldo Quijano, Sofia Ordoñez Castañeda, Maria Jose Moreno, Isabela Arias

    “Ay, me escondo atrás.
    Espero que allá nos dejen dormir
    Después, volver, perder
    Lo que quiero más
    Que el susto no termine en miedo”

    Los niños del cerro
    Conoce la Historia

    Cuerpos que resisten la noche

    La noche se abre paso sobre el pavimento húmedo, donde las luces de los postes parecen latir al ritmo cansado de la ciudad. Las sombras se estiran como si también buscaran un lugar donde descansar. En este asfalto que respira historias, caminan los cuerpos y almas que aprendieron a resistir: los que enfrentan la intemperie, el juicio y el olvido. No venimos a hablar por ellas, sino a escucharlas, a caminar junto a su paso, lento pero firme, en medio del ruido de sirenas, risas y heridas que aún no cierran.


    La piel que aprendió a resistir

    Apocalyptica me contó que desde niña supo que era diferente. Mientras los niños jugaban fútbol en los descansos, ella prefería planchar el cabello de sus compañeras, un gesto simple que terminó costándole insultos, empujones y la mirada desconcertada de su hermano. Él la obligaba a jugar, pero ella siempre encontraba una manera de perder a propósito. Era su forma de decir sin palabras que no pertenecía a ese juego.

    Con los años, aquel hermano se convirtió en su protector, aunque en casa la historia era otra. Su madre, una mujer devota, no podía aceptar que su hijo no fuera lo que esperaba. Apocalyptica aprovechaba los momentos de soledad para vestirse con la ropa de su madre, maquillarse frente al espejo y ser, aunque fuera por minutos, ella misma. Cuando escuchaba las llaves girar en la puerta, se desvestía rápido, limpiaba el rostro y retomaba su disfraz de hombre.

    —Está bien que seas gay, pero mariquear ya es otra cosa— recuerda que le dijo su madre una tarde, cuando ya no pudo ocultarse más. Apocalyptica no retrocedió. Sabía que la vergüenza no era suya, sino del mundo que le exigía esconderse. Y aunque su madre soñó con tener una hija, nunca entendió que la vida ya se la había dado, solo que en un cuerpo que no supo reconocer.

    Maria Jose Moreno Yepes


    Las leyes del asfalto.

    El reloj marcaba las cuatro de la tarde cuando Karoline entró a Bendito, un restaurante en el centro de Popayán. El sol se filtraba por el techo descubierto mientras el olor a pizza recién horneada se mezclaba con el de su perfume dulce. Vestía de cuero, labios rojos y botas altas. Su andar levantaba miradas, y su voz, cargada de ironía, llenaba la mesa.

    A su lado estaba Nicole, su amiga y confidente. Entre risas y aguardiente, Karoline comenzó a desarmar su historia. Nació en el 97 o el 98, según le convenía decir, y desde niña se supo distinta. Primero se llamó Andy, luego Cameron, y finalmente Karoline. Cada nombre fue un pedazo de piel que dejaba atrás para acercarse a quien realmente era.

    A los doce años empezó a hormonarse por su cuenta, sin acompañamiento médico, con pastillas de Microgynon 30. El cuerpo se convirtió en su propio laboratorio. A esa misma edad, también conoció la noche, la calle y el trabajo sexual. Mientras sus compañeras soñaban con fiestas de quince, ella aprendía a caminar con tacones sobre el asfalto mojado, a negociar con desconocidos y a esquivar la violencia.

    Terminó noveno grado mientras trabajaba de madrugada. Dormía poco, comía cuando podía. Su abuela fue la única que la defendió del rechazo familiar, la única voz que le decía que no tenía nada de malo querer ser feliz. Las demás le dieron la espalda, y el Estado, como siempre, no la vio. Pero Karoline encontró otra forma de familia: las mujeres trans con las que compartía esquina, casa y miedo.

    Con el tiempo, se volvió hija de Lizeth, la madre de La Esmeralda, y más tarde heredó su lugar. En el mundo del trabajo sexual, las jerarquías se construyen a golpes. Ser madre es sobrevivir y proteger. Karoline tenía el carácter, la fuerza y la voz que imponía respeto. ‘Yo anoto placas, peleo con la policía, no me dejo de nadie’, decía entre risas.

    Sus cicatrices eran su biografía. Algunas se asomaban bajo su blusa; otras dormían en los pliegues del cuerpo. Cada marca era una historia de resistencia, una prueba de que había logrado mantenerse viva donde muchas no pudieron.

    Cuando se convirtió en madre de las calles, comenzó a leer sobre leyes. Aprendió a citar la Constitución, a escribir peticiones, a exigir acompañamiento de salud. Sabía que el trabajo sexual no era ilegal, pero tampoco era reconocido. Entre el vacío jurídico y la represión policial, el cuerpo de las mujeres trans seguía siendo territorio sin derechos.

    Isabela Arias Yanza

    1 2
    Comparte. Facebook Twitter Pinterest LinkedIn Reddit WhatsApp Telegrama Correo electrónico
    Artículo anteriorLas calles «raras» del sector histórico de Popayán
    Angela Giraldo

    Related *Posts

    Las calles «raras» del sector histórico de Popayán

    19 noviembre, 2025

    Un viaje por la memoria de Popayán

    19 noviembre, 2025

    Entre muros de fe

    19 noviembre, 2025

    Los comentarios están cerrados.

    Demo
    Lo más visitado

    “La vida alegre” de la ciudad de Popayán

    26 diciembre, 2019361 Vistas

    Santo Domingo Savio, un sector que conduce a generaciones increíbles

    19 julio, 2018192 Vistas

    María Camila Solis

    24 marzo, 2025166 Vistas

    Contar historias, más allá de las palabras  

    15 septiembre, 2025139 Vistas
    No te lo pierdas
    Destacado 19 noviembre, 20258 Mins Lectura16 Vistas

    La noche que las nombra

    Angela Giraldo Quijano, Sofia Ordoñez Castañeda, Maria Jose Moreno, Isabela Arias “Ay, me escondo atrás.Espero…

    Las calles «raras» del sector histórico de Popayán

    Un viaje por la memoria de Popayán

    Entre muros de fe

    Visítanos en nuestras redes
    • Facebook
    • Instagram
    • YouTube
    • WhatsApp
    Demo
    Quienes somos
    Quienes somos

    El Claustro es el medio de comunicación del programa de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Fundación Universitaria de Popayán para la realización de las prácticas periodísticas producto del ejercicio en las aulas de clase y del semillero de investigación COMPETIC. (Comunicación Periodismo y TIC.)

    Email: elclaustro@fup.edu.co
    Teléfono: +57 3128220237

    Facebook Instagram YouTube WhatsApp
    Demo Demo
    Demo
    Demo

    Mantente en contacto

    Para estar enterado de nuestras últimos artículos

    © 2025 Development by Yeapp.
    • Inicio
    • Popayán

    Escriba arriba y pulse Enter para buscar. Pulse Esc para cancelar.