Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas
1.
Cada gota de luz que cae al cuerpo,
hace vibrar de nuevo el sentido de la invocación.
2.
Sólo de rodillas se soporta el sutil destello
de las almas que despiertan e inventan a Dios.
3.
Las fuerzas superiores aceptan,
como una orden, aquello que se canta.
Por eso impulsan el destino de la tinta.
4.
Insistir, insistir en el oleaje incierto
de lo divino que, lejano, se intuye en la piel.
S.
no se puede engendrar lo superior
en las grietas de la voz, si no se puede…
6.
Antes de apagar para siempre la llama,
una última oración que tal vez sí llegue al hacedor.
7.
En cada palabra que se desgarra,
un nuevo héroe encuentra la fuerza de su misión.
8.
¡Oh tú que inventas el espejo
en el que pules la perfección!
9.
Ved cómo se eleva la luz
y cómo se esfuman las formas de la sangre.
10.
Que las lágrimas puedan adherir en la piel
el eco lejano de las sonrisas plenas.
11.
En el impulso puro y ebrio del cuerpo
se ennoblece el destino de la creación.
12.
Intuye con tu sonrisa el fino deseo,
el arduo deseo con el que te elevas.
13.
No se cesa de invocar la fuerza
en la que se pule, alisa el trino ideal.
14.
¡Ay del temblor sacro del silencio
que hace sonreír a los labios
y, piel a piel, les injerta una dulce vid!
15.
La corona de gloria que nace en el héroe
impide, con amor, que el vuelo se desee.
16.
La flor busca un sol que la eleve,
y sólo adorna el paisaje e inspira al poeta.
17.
¿Sabíais que las letras de tu nombre
son un hilo dorado del eterno laberinto?
18.
Un brillo nutre la sangre
con la que el cuerpo idea su levedad.
19.
¡Oh tú, hombre pleno, ayudadme
a iluminar las heridas de la voz,
para que pueda deciros tu nombre!
20.
Se estremecen las uniones de todo lo creado,
para hacer más cortés el vuelo del milagro.
21.
¿Qué es aquello que se forma
en la intuición de lo imposible?
22.
La elevación sólo hace más arduo
el laberinto de las pieles sagradas.
23.
La música con la que danza el ideal,
limpia con sumisión los tejidos del silencio.
24.
¿Podrán las lágrimas fermentar la sangre,
para que el dolor embriague a lo divino?
25.
Aquesta luz que destruye la piel
descubre, gota a gota, el nombre de la fuerza.
26.
Volar,
volar es destruir los cielos.
27.
El amor es la uva pura
que sólo se puede sembrar en lo incierto.
28.
La caída es el vuelo del héroe
que desea, una vez más, afinar su belleza.
29.
Algo sutil y terrible
vibra en la piel del mundo.
30.
Lo divino desea que la luz embriague.
31.
La piel que se desprende del cuerpo
es la semilla del Dios que,
poco a poco, el mundo alimenta.
32.
No se puede asir el sentido de la piedra,
que hace posible el ardor del ideal.
33.
El caos que hace danzar todo lo vivo,
eleva su lamento: y se hace la luz.
34.
Todo lo sagrado tiembla
y se esconde en la sangre de la flor.
35.
El ángel desea elevarse aún más:
¡Helo embriagado de pieles y de caos!
36.
No cesa la ráfaga de lo santo,
de despertar en la piedra lo ideal.
37.
Somos la uva pura, que embriaga a Dios.
38.
Pétalos infinitos acarician la piel
con la misión, divina e imposible,
de eliminar su amnesia de Dios.
39.
El Dios imposible, desea que el dolor lo invente.
40.
La piedra y la flor sospechan de la fuerza
y de la danza del bello capricho.
41.
El mundo expulsa sus creaturas
para comprender, en esa elevación,
el sentido de su deseo perfecto.
42.
El fuego intuye en sí mismo a Dios,
por eso intenta verse, y se apaga.
43.
Los elementos son lo imposible mitificado.
44.
La danza de las formas hace posible,
cada cuanto, una nueva piedra o un nuevo Dios.
45.
Para que se eleve una sola letra,
ha de haber mucho terror en lo vivo.
46.
Las creaturas que inocentes se alimentan,
desean asir íntegra a la verdad.
47.
El aire se mueve, sólo para ser un rayo.
48.
¿Qué secreto guarda la rosa,
que brilla un instante y se desintegra?
49.
Nunca oculta la luz, su ansiedad de ideal.
50.
En el resplandor ignoto de la piedra,
está la letra que le falta a la invocación.
51.
Ese imposible instante
en el que te sientes, de verdad, un Dios,
y te ríes de todo y de todos.
52.
La risa en la que se presiente
el terror de lo vivo,
y se lo conjura.
53.
Una palabra en la que se enreda
lo divino, es la palabra
con la que curo mi piel.
54.
Ve el silencio con el que Dios
a sí mismo se destruye,
para que tu cuerpo se eleve y,
tal vez, llegue puro a él.
55.
Me rio con la fuerza de quien sabe
que sólo él puede inventar
la miel y los labios que lo alimenten.
56.
La miel que late pura
en el centro de todas la pieles,
es lo único que sabe nuestro nombre.
57.
Lo vivo desea una ebriedad
en la que se pueda presentir
los secretos de Dios, que le esperan.
58.
No se puede detener la marcha
de aquellos que, igual que Dios,
crean paso a paso el infinito.
59.
Una risa infinita
podría seguir creando el universo.
60.
El poema destila, sin pausa,
la tinta en la que están todos los rastros.
Popayán – Colombia, 2015.