Por: Jackson Hernán Topa Alegría, estudiante de Comunicación social FUP
Lorena Alegría tiene 42 años y es empleada de servicio doméstico independiente. Desde pequeña le ha gustado mucho el tema del aseo de las casas, pues su mamá le enseñó desde temprana edad a cuidar a sus hermanos y a tener la casa organizada.
Lorena estudió hasta el grado noveno en el colegio Bachillerato Femenino San Agustín de Popayán, pero no pudo terminar el grado once ya que quedó embarazada de su primer hijo y tuvo que dedicarse a las labores del hogar.
Al pasar dos años Lorena tiene a su segunda hija y adquiere mayores responsabilidades que le llevaron a ir en búsqueda de trabajos adicionales para cubrir las necesidades básicas de la casa. Por ejemplo, empieza el oficio de lavar ropa y su única forma de llegar a las casas era a través de su bicicleta dejando a su hija donde la abuela y llevándose a su hijo mayor a su lugar de trabajo.
Lorena lleva más de 23 años en el oficio y ha podido sacar adelante a su familia manteniendo a sus dos hijos con un salario diario de 40 a 35 mil pesos, el cual no le alcanza a cubrir todas sus necesidades, aunque su esposo siempre le ha ayudado económicamente aun así sus deudas no dan espera. Lorena dice que sus lugares de trabajo los ha conseguido gracias a las personas que la recomiendan porque les gusta su desempeño laboral.
“Mi trabajo no es bien pago ya que muchas veces mis patrones no me costean lo del transporte ni tampoco lo del almuerzo, ya que son ellos los que deberían cubrir estos gastos, por lo cual me toca descontarlo de mi sueldo terminando a si con un pago bastante bajito entre los 15 mil a 18 pesos”, afirma Lorena.
Lorena dice que los patrones donde trabaja la mayoría son muy buenos con ella, aunque algunos de los familiares de sus patrones a veces quieren abusar laboralmente solo por trabajar para ellos. Su trabajo no es “fácil” ya que le toca hacer muchas cosas al mismo tiempo y estar pendiente de la ropa, la comida de los patrones, de barrer etc. Y ella termina con un cansancio mental y físico que se ha vuelto permanente.
También comenta Lorena que la gente guarda muchos tabús frente a su trabajo ya que creen que ella es como particularmente lo dicen una “manteca” que va a lavar ropa sucia y baños sucios por lo que muchas personas piensan que este trabajo no es digno para cualquier mujer sin tener en cuenta que es un trabajo común y corriente del cual subsisten muchas mujeres que no tienen estudio.
“Desde mi punto de vista siento que la educación no tiene nada que ver con que una persona termine limpiando casas, ya que todos tenemos diferentes capacidades y podemos hacer de todo un poquito y el terminar trabajando en casas de familia no nos hace menos que los demás, al contrario, nos hace entender y descubrir todas las capacidades que podemos llegar a tener y que la educación es importante y no define nuestra capacidad para hacer las cosas”.
Otras miradas del Servicio Domestico
Marleny Gutiérrez tiene 68 años y ha trabajado toda su vida en servicio doméstico desde muy pequeña le tocó trabajar ya que sus padres no tenían los recursos necesarios para pagarle su estudio, aunque solo hizo hasta grado tercero. Le tocaba ir con su mamá a casas de familia a lavar ropa, a restaurantes, a limpiar casas y otros oficios más.
Al estar trabajando en una de las casas en la ciudad de Popayán conoció a quien sería su esposo, del cual quedaría embarazada. Él era hijo de uno de sus patrones y desde ese entonces les tocó salir a vivir juntos pues los padres de él no permitían que su hijo que en ese tiempo era de una clase social alta estuviera con una empleada de servicio doméstico.
Se mudaron al corregimiento de Riosucio en El Tambo de donde es oriunda Doña Marleny. En ese entonces tenía 16 años y le tocaba trabajar en estado de embarazo de su hijo mayor. Al pasar unos años tuvo a su segunda hija, pero a pesar de esto nunca dejó de trabajar. En e1983 llegó de nuevo a Popayán con sus dos hijos a vivir en un lote de una de sus cuñadas, en donde dormirían en una carpa como de circo sin servicios de agua o luz. Marleny cuenta que le tocaba muy duro pues al pasar los años tuvo a sus otros hijos, que en total son cinco y por los cuales luchaba día a día para pagarles sus estudios.
Hoy en día Marleny no trabaja tan seguido, pero si va a ciertas casas a hacer limpieza y aunque nunca pudo estudiar una carrera o terminar el colegio, ser empleada doméstica fue la única opción que le quedó para sobrevivir y sacar a delante a sus cinco hijos. En el momento doña Marleny no tiene personas a cargo pues cada uno de sus hijos ya tiene su vida a parte y su respectiva familia. Ella de vez en cuando va a trabajar a casas de sus amigas, aunque no es necesario ya que sus hijos la ayudan económicamente, pero ella lo hace porque dice le gusta tener algo que hacer y no estar en su casa sin hacer nada.
“Mi trabajo es extremadamente difícil ya que muchas veces se sobrepasan y quieren pisarme como a una cucarachero como si no tuviera sentimientos y no mereciera respeto, muchas veces paso por momentos difíciles donde se quieren sobrepasar conmigo donde me toca aguantarme solo por necesitar el dinero. Trabajar como empleada de servicio domestico me enseñó muchas cosas. A valorar lo poco que tengo y entender que ningún trabajo nos hace menos personas o menos inteligentes, y que por mis hijos soy capaz de trabajar en lo que sea, pues siempre busqué el bienestar de ellos y hoy en día me doy cuenta que mi esfuerzo valió la pena, todo mi sudor, mis lágrimas, mi cansancio todo valió la pena”.
El Ministerio de Trabajo asegura que en el país hay 640.000 personas dedicadas a los servicios domésticos y se dividen en dos categorías, por lo que el salario varía dependiendo de las mismas, las dos categorías son: tiempo completo y por días, los trabajadores de servicios domésticos que laboren de cinco días en adelante deberán ganar el mínimo, es decir: 1’300.606 pesos y en el caso de las empleadas que laboran por días, el sueldo no puede ser menos de $38.666 más $4.686 de auxilio de transporte, para un total de $43.325 por día, hay quienes dan a los empleados domésticos entre 50.000 y 70.000 pesos, de acuerdo al Ministerio de Trabajo en su último informe.