Ana María López Ramón
Socióloga
Universidad de Antioquia
Hace días venía pensando en lo que pasa en las redes, el poder que le otorgamos como si nuestra vida dependiera de una aplicación, un post o un comentario. Justo hoy me encontré con algo que ni sé cómo llamarle.CLICK AQUÍ: documento completo
Una página en Instagram, publicó una foto de una mujer de talla grande, maquillada y luciendo ropa deportiva. Ella es la modelo de una tienda de ropa que vende prendas talla XL. Hasta aquí todo normal, una página haciéndole publicidad a otra, como es usual en estas plataformas.
Generalmente no leo los comentarios porque los considero un desgaste debido a la cantidad de mala energía que hay en las cosas que escriben, pero algo me llamó la atención y decidí desplegar los casi 500 comentarios.
“Parece una ballena gris”, “tiene mucho maquillaje, no se acepta como es”, “es una obesa”, “jamás me pondría eso”, “a las gordas no nos luce ese tipo de ropa”, “no entiendo para que suben esa foto, no es algo lindo para ver”, “debería quererse y bajar de peso”… y lo que hace más interesante esto, es que la mayoría de comentarios eran escritos por mujeres.
¿Qué nos pasa? Qué necesidad tenemos de estar todo el tiempo criticando y destruyendo a las demás, es una necesidad cruel de menospreciar y hasta ridiculizar al otro por la forma en que se ve. No todas somos talla 4, no todas nos vemos como el prototipo socialmente creado y aceptado para considerarse una “mujer linda” y no a todas nos importa la basura que muchas y muchos tienen para decir.
Las redes más que un espacio de diálogo virtual, se ha convertido en una auténtica carnicería y suena rudo, lo sé, pero eso es lo que pasa a diario, una competencia constante por saber quién destruye primero a su objetivo, porque en eso se han convertido muchos, en el blanco de millones de desconocidos que sólo esperan la oportunidad para atacar.
Compartir una foto en redes es entrar al ruedo y por más coraza construida, las grietas no se hacen esperar y aunque sea un poco, empieza a calar. A veces pienso que en estos tiempos las lupas se han convertido en la mejor herramienta de la gente, de esa que no deja nada al azar, ni siquiera el odio.
¿Es posible odiar a alguien que no conoces? O mejor, ¿Es posible odiar a un centenar de personas que no conoces?
Parece que en tiempo de redes todo es posible.
Sabe qué? Cuando la envidia la lo carcoma, y la amargura se apodere de usted, coja una escoba y barra, vaya trote, responda 10 preguntas de quién quiere ser millonario sin equivocarse, lea un libro o haga 20 sentadillas por cada pensamiento destructivo que le invada la cabeza. Ocúpese.
Al final del mes le aseguro que seremos más cultos, limpios y tendremos más cola.