Por Juan Camilo González
Estudiante de segundo semestre Comunicación Social
Cada mañana miro a mi esposa y a mis hijos como si fuera la última vez que los veré. Cuando trabajas en medio de ladrones, asesinos, narcotraficantes, indigentes y uno que otro loco nunca sabes que puede pasar al final de día.
Sin embargo, este trabajo siempre ha sido mi pasión desde chico, considero que es el mejor empleo del mundo. La satisfacción de una misión cumplida para proteger a las personas no tiene precio…
Recuerdo con mucho entusiasmo mi primera infiltración, fue en la calle del cartucho en Bogotá a donde llegué con el objetivo de obtener información valiosa para desarticular una banda de micro-tráfico que estaba azotando toda la zona centro. Así que tuve que vestirme de indigente, comer basura, fumar y dormir en la calle. Pero terminé siendo el héroe de la historia, porque después de varios meses logramos dar captura a los criminales.
En otra oportunidad, llevaba más de un mes infiltrado en la columna móvil Teófilo Forero de las FARC, estábamos montando un operativo para capturar o abatir al líder guerrillero, alias “El paisa”. Una mañana de esas tenía que comunicarme con mis superiores, para ello debía subir una loma con el fin de que el radioteléfono funcionará, una vez terminé la llamada, me di la vuelta y vi a una compañera apuntándome con un arma, me habían descubierto, se enfrío cada parte de mí, ya visualizaba mi funeral. Para mi fortuna, había resultado ser una agente infiltrada, con quien hace muchos años había perdido la comunicación y no había logrado regresar, así que la creíamos muerta.
Algunos casos se demoran, otros salen rápido, pero en todos se logra el objetivo, a veces se vuelan unos integrantes de la banda y se va desarticulando la organización.
En una ocasión me preguntaron ¿Cómo es posible que sean capaces de infiltrar a alguien en una organización, incluso en las FARC?
-Pues, bien, un grupo de profesionales; psicólogos, abogados, comunicadores, sociólogos, entre otros; utilizan la poca información hallada hasta el momento, basándose en el modus operandi, en la forma de hablar al momento de actuar, de intimidar a las víctimas, de pedir dinero por rescate o extorsionar, analizando así perfiles psicosociales de los delincuentes.
De esta manera, se hace un trabajo de inteligencia, lo llevan a cabo investigadores judiciales, recorren las calles donde el delito se cometió o se está cometiendo, se analizan cámaras de vídeo de la zona y se hacen entrevistas a testigos y víctimas. Luego, los analistas reciben la información, la estudian y con su amplia experiencia determinan cuál es la mejor ruta para operar contra la organización con el fin de infiltrarla.
En este momento, estamos en la preparación para una nueva misión. Después de este operativo, planeo retirarme y dedicarme a mi familia. Soy Raúl García, detective y experto en inteligencia, tengo 30 años de edad. Esposo y padre de un niño. Me apasiona mi trabajo, pero quiero que mi hijo tenga un padre.
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