Por: Johan German Guzmán Ordoñez, estudiante de Comunicación Social FUP
Siendo la 5:40 pm del 22 de abril del 2022, Larissa una holandesa admirando la arquitectura colonial de Popayán caminaba por las calles buscando un lugar donde cenar; ella había llegado a Colombia tres meses atrás, con el fin de conocer más de cerca la cultura y los paisajes colombianos. No conocía a nadie, sin embargo, emprende su rumbo hacia un país que le resultaba enigmático, con un encanto particular.
Luego de caminar un tiempo, llega al tan conocido Parque Caldas, donde rápidamente se impresionó de la inmensa catedral con un típico colorido blanco y por supuesto, del bellísimo bosque ubicado frente al edificio; Larissa quería conocer el interior del templo, pero aquel lugar ya se encontraba cerrado.
No pasó más de un minuto cuando escuchó música y gritos que hacían retumbar el suelo, se acercó rápidamente para explorar qué sucedía y se encontró frente a ella unas 70 u 80 personas saltando y gritando formando un circulo casi que perfecto, no entendía lo que pasaba, generando una duda y preguntándose en su mente ¿qué estarán haciendo esas personas? ¿así son las fiestas en Colombia? Pues había recorrido por Medellín, Bogotá, Cali, Bucaramanga y en ninguno de estos lugares había visto algo igual.
El baile que seduce a propios y visitantes
Con una actitud tímida se acercó lentamente hasta quedar a un par de metros de las personas que se encontraban formando el circulo, no sabía qué hacer, su pie izquierdo hacia un movimiento lento tratando de coordinarse con la música, pero no hacía nada más, solo observar. Pensaba que si hacia algún movimiento de más o si entraba en el círculo no sería bien visto, porque alrededor también había personas que solo observaban a ese grupo moverse al ritmo de una música que nunca había escuchado.
Larissa se sentía muy relajada y en medio de su confusión observó que a medida que llegaban personas, el circulo iba creciendo. Su actitud curiosa la impulsó a entrar, no sabía ningún paso. Al poco tiempo se convirtió en el centro de atracción porque al moverse expresaba felicidad con sus brazos y el ritmo de sus caderas.
A unos cuatro metros del circulo está Brayan, un joven oriundo de la ciudad de Popayán, quien desde ya hace unos 27 minutos observa y observa a todas estas personas, no muestra ninguna acción de moverse o querer coordinar sus pies con el sonido de la música, es ahí donde me acerco y le pregunto – ¿Qué piensas de esas personas que están danzando? A lo que responde – no sé, debe ser parte de su cultura, volví a hacer otra pregunta – ¿quisieras integrarte? Sin pensarlo dos veces contestó- no, ese baile no es para mí.
Creo que al igual que Brayan son muchas las personas que ven a la danza como algo que no es para todo el mundo, pues su sonrisa dudosa lo confirmaba.
Pachakuti “Tiempo de cambio”
En el centro del circulo esta Eduardo Fernández, experto en danza andina y tallerista. Él es uno de los cinco integrantes que conforman a PACHAKUTI, que dentro de la cosmovisión andina tiene como significado “tiempo de cambio”. Eduardo junto a Jhonatan Puriticá, Laura Urreste, Ixany Hernández y Eider Yangana, son el núcleo del circulo que cada vez toma más fuerza con la llegada de más visitantes, cada uno de ellos se turnan con el ánimo de explicar a las personas que pasos realizar para que entre todos formen una sola energía que se introduce en cada ser.
Todos ellos para lograr lo que hoy tienen, han tenido que pasar por infinidad de retos que agobian a veces los sueños de los que buscan desarrollar acciones que sirvan para el bien común, uno de esos obstáculos han sido los permisos para que puedan encender su sonido y reunir a la gente; también está el factor económico puesto que no cobran un peso a los que acuden a los talleres y otro, pero no menos importante las acciones de la fuerza pública.
No cabe ninguna duda que cada integrante siente la danza en sus venas, porque emiten energías poderosas al momento de dar cada paso, son dos horas que normalmente se danza, pero para ellos es como si solo fueran dos minutos. Es como si para ellos la danza fuera lo único que necesitaran para vivir, es algo mágico y extraordinario sentir toda esa energía abrigándote, no se siente miedo, ni cansancio al ver que todos sacan fuerzas para liberar tu mente del caos que existe fuera del círculo.
Es increíble observar como estos cinco guerreros portadores del cambio logran con cada movimiento hacer temblar el suelo, logran atrapar en un mundo de magia a cientos de personas que son esclavas de la monotonía del día a día, desconociendo por completo los beneficios físicos y mentales que ofrece la práctica de la danza andina.
Danzar para aliviar la mente y eliminar el estrés
En medio de todos, los danzantes estaba Natalia con una sonrisa de oreja a oreja, una mujer que como bien lo confesó está rodeada del caos manifestado en forma de estrés, hace 10 años labora como regente de farmacia, y días anteriores había pasado por el mismo lugar, simplemente observaba por algunos minutos a aquellos danzantes, no tomada decisión ni empeño en participar, porque quería llegar rápido a su casa a dormir o ver películas, “no estaba bien, mi trabajo casi en todo momento es un espacio cerrado, y llegar a mi casa a encerrarme creo que no es la mejor manera de vivir y mucho menos estar saludable” al momento de decir esas palabra su rostro se tensó, sus manos se volvieron puños y por un instante el ambiente se sintió algo pesado. Es claro, su mente pedía a gritos un cambio; luego de charlar con ella, por algunos minutos volvió a la escena, no perdí su rastro y se notaba a grandes rasgos lo feliz que era, no coordinaba bien su cuerpo, pero eso no fue necesario para sentir que era incluida en un círculo donde todos están ayudándote a salir de tu caos.
Lo curioso de todo esto, es que al lado de Natalia estaba Daniel Gómez, un yacha o mejor conocido como médico tradicional, quien es también un profesional en danza. Cada vez que cambia la música lo primero que hace es sonreír y luego mover sus pies con una energía tan fuerte que hasta las energías negativas salen corriendo, porque el retumbe de sus pasos se convierten en misiles combatientes en contra de lo malo, o es así como lo hace entender Daniel, quien afirma que la danza es medicina, “en todos los años que llevo como médico y danzante este ha sido uno de los métodos más efectivos para sanar mi cuerpo y mi espíritu, es aquí donde dejas tus preocupaciones, tus limitaciones, es aquí donde tu alma se libera y danza junto a los espíritus mayores que guían nuestro camino”
No cabe duda que con el paso de los años hemos empezado a generar estigmas alrededor de la danza, a lo que quiero llegar es que la danza hoy en día es utilizada para realizar presentaciones en eventos culturales y políticos, con el fin de brindar un espectáculo, tributo o muestra de los actos culturales de una región, pero la danza va mucho más allá, la danza tiene una serie de características cosmogónicas que se han venido practicando desde tiempos inmemorables, iniciando por un tributo a los Dioses y a los nativos que parten a otros espacios de descanso, también sirvió como conexión espiritual entre las comunidades indígenas de la ABYA YALA, aunque en la actualidad esta serie de creencias indígenas no se desarrollen de la misma manera como antes; cabe resaltar, que el simple hecho de danzar es medicina para tu cuerpo puesto que en términos más modernos, ayuda a liberar calorías y libera tu mente del estrés generado por las acciones continuas del mundo que hemos creado.
Y esa es la misión de Pachakuti, a través de la danza cambiar un pensamiento cerrado, un pensamiento esclavo de un sistema que te dice que hacer, brindar soluciones que te ayuden como persona a ser mejor cada día, pues el simple hecho de salir a danzar rodeado muchas personas que critican lo que el grupo hace, es una victoria y resalta de lo se es capaz el ser humano.
Todo esto que estoy contando tan solo pasa en dos horas, casi nada, ¿no es mágico eso?
Danzar es magia y un cambio hacia pensamientos positivos
Para el siguiente día 23 de abril, Pachakuti como si hubiera sido tan solo un parpadeo celebraba su primer aniversario, y claro, como buen cumpleaños colombiano tenía que haber una fiesta, pero no una fiesta con trago, con artistas reconocidos a nivel mundial o con miles de regalos, no, fue una fiesta donde cientos de personas acudieron con la excusa de liberarse, de reencontrarse, de pasar en familia, de reír y disfrutar de las pequeñas cosas que te ofrece la vida, fue una sensación como ningún otra, llegar al Pueblito Patojo, y ver a todas las personas gritando de felicidad, saltando sin parar, no importaron las fuertes gotas de lluvia que inundaron algunos sectores para vivir ese momento, ya lo dije, danzar es magia y todo lo demás en ese preciso momento no existe.
Ese día justamente salí de mi casa para poder llegar al evento, me fui caminando desde el empedrado hasta el morro, pero es curioso porque dentro de todo ese trayecto de más o menos 15 minutos, sentí como la ciudad me absorbía, el trancón de los carros acompañado de sus pitos, el grito de los vendedores, el miedo a ser robado, el moto taxi pitándote cerca de ti para verificar si quieres utilizar el servicio, lo difícil que es transitar por las calles de Popayán, generaron en mi un sensación de estrés y rabia, al final pude llegar, a lo lejos escuchaba un ruido leve de personas gritando, pero cuanto más me acercaba más aumentaba el sonido, me asomé por uno de los costados del escenario y fue increíble como el recinto estaba totalmente lleno, pero lo mejor fue mirar el rostro de las personas como mostraban esa sensación de felicidad, ahí fue donde sentí que salí del mundo real para entrar en un espacio adornado por lo más bonito, no sentía reocupación, solo quería danzar y escuchar las flautas y los tambores que decoraban el ambiente.
Cuando todo estaba mejor que nunca, a las 09:03 pm tres uniformados de la policía metropolitana de Popayán llegaron con órdenes de apagar música y vaciar el lugar, de un momento a otro todo se nubló pues el primer aniversario parecía que no terminaría de la mejor manera, los integrantes de Pachakuti habían solicitado el lugar hasta las 10.00pm, pero desafortunadamente no tenían nada escrito, esas son las consecuencias de la inocencia.
Faltaban dos grupos de música andina por presentarse una de ellas es Runa Pakary y venían desde Cali, sacando recursos propios porque su presentación fue voluntaria. El uniformado en cumplimiento de las ordenes asignadas por sus superiores tenía que acabar con la celebración, Eduardo Fernández trataba desesperadamente de hablar y llegar a un acuerdo con el policía, pero no quería acceder, tal parece a Eduardo le pusieron un comparendo, es triste lo sé, pero eso fue lo que pasó, luego de tanto insistir se logró llegar a un acuerdo y la fiesta continuó hasta las 10:47 pm aproximadamente.
El desespero de los integrantes de Pachakuti fue estremecedor pues no querían que las personas que habían llegado para celebrar el primer aniversario del grupo tuvieran que irse a mitad de fiesta, pero como en los talleres los integrantes hicieron un circulo para discutir cual era el paso a seguir y como iban a terminar de la mejor manera, luego de un par de minutos el circulo se disolvió para volver a realizar las actividades cada uno tenían designadas.
Al final todo terminó de la mejor manera y lo más bonito es que en tan solo un año PACHAKUTI ha cambiado a cientos de personas, generando energía y pensamientos positivos en toda la ciudad.
Hoy Larissa, Natalia, Jhonatan, Laura, Ixany, Eider Yangana y Eduardo pueden decir que la danza cambió sus vidas, se llenaron de energía, y hoy más que nunca aportan a un cambio social que necesita el departamento del Cauca.