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    Edición 10

    Las secuelas de un conflicto inacabado en Colombia

    Isabel RodriguezPor Isabel Rodriguez16 abril, 2020Actualizado:17 abril, 2020No hay comentarios5 Mins Lectura0 Vistas
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    Por: Carolina Orejuela Chicangana- Luisa Carabalí, estudiantes de Comunicación Social FUP

    Esta es la historia de *Helena, una mujer de 68 años de edad, oriunda de Mocoa Putumayo.  Cuando era niña recuerda que su madre solía hacer unas deliciosas masas de harina y siempre a las cuatro de la tarde la enviaba a dejarle aguapanela acompañada de las masas a sus abuelos; ella muy emocionada siempre iba corriendo a entregarles; esperaba que acabaran de comer y se iba tranquila a casa esperando verlos hasta al otro día.

    Su abuelo llamado Justino fue un campesino que tenía un pequeño cultivo de maíz y yuca. Se esforzó por sacar su producción y venderla a buen precio para ahorrar el dinero e invertirlo en la finca. Siempre fue muy perseverante por sus hijos. Allí pasó su vida al lado de su esposa Aureliana. Hasta que el 12 de marzo de 1981, los guerrilleros, miembros del grupo M-19 atacaron el cuartel de la policía y durante el encuentro con efectivos de esta institución dieron muerte al comandante, teniente Antonio José Iregui, cinco agentes y varios civiles, entre los que se encontraban los abuelos de Helena, los hermanos y su padre.

    Ellos estaban en casa y este grupo armado entró sin mediar palabra. Asesinó a toda su familia. solo se salvó Helena, fue a la única que le perdonaron la vida, porque era bonita y porque según uno de los guerrilleros –“les serviría más adelante para solucionar un problemita”.

    Helena no sabía a qué se referían los guerrilleros. Ella estaba llena de miedo y consternada por la muerte de toda su familia, no hacía más que llorar de manera desgarradora, mientras la obligaban a caminar, golpeándola con los fusiles y amenazándola con ir a acompañar a sus papitos y a los viejos.

    Helena llegó a un lugar desconocido para ella, donde había viviendas improvisadas de madera, calles llenas de barro y muchas ollas desordenadas; así mismo se encontró con más personas uniformadas que al verla solo se reían y despertaban en ella el temor de no saber que le esperaba.

    Uno de los uniformados la tomó por el brazo y la lanzó en un cuarto oscuro con un colchón en el piso, ella solo pensaba en su soledad, que ya no tenía hermanos, ni dolientes y estaba tan arrepentida de no haber muerto junto con los suyos.

    Días después estos guerrilleros se la turnaban para abusar sexualmente de ella.  Eran constantes las burlas y los maltratos hacia su humanidad, entonces ahí comprendió las palabras de aquel guerrillero que dijo que “ella les serviría para arreglar sus problemitas”

    Después de tantos maltratos e infamia cometidos, se cansaron de tener que alimentarla a cambio de que ella siguiera viva y decidieron que se fuera. “Das asco y estás demasiado fea”. – Le dijeron los guerrilleros.

    Fue así como Helena esperó la noche para marcharse, caminó muchas horas y se encontraba perdida, porque ya no recordaba las calles de su municipio. No tenía dinero, así que se ofreció en un restaurante para trabajar. La señora le dio el trabajo, pero antes de eso, le pidió que se bañara y arreglará, pues no era digna de atender a ningún cliente de la manera en la que Helena se encontraba.

    En el restaurante duró cinco meses no fue fácil para ella; había clientes complicados, la trataban mal y muchas veces no le pagaban lo que consumían; pero era perseverante porque no tenía más qué hacer.  Su jefa le daba la posada en un cuarto de su casa y a cambio tenía que llegar del trabajo a realizar los oficios de la casa. Sin embargo, en su mente siempre divagaba los recuerdos de felicidad que tuvo con sus seres queridos y siempre se preguntaba si aún estaban ahí tirados o si alguien con buena voluntad les había dado sagrada sepultura.

    Un día Helena conoció un hombre en el restaurante, a ella le parecía carismático y lindo. El empezó a visitarla y un día le propuso que se fueran lejos a realizar una vida juntos y Helena aceptó, dejó el trabajo y se marchó para el sur del Cauca, municipio de Mercaderes. Ahí vivió unos años de felicidad hasta que hubo una toma en el pueblo y se llevaron a su esposo.

    Hasta ahora no sabe nada de él, tampoco pudo acceder a la restitución de tierras, porque afirma le han salido más de tres propietarios a las tierras de su padre y abuelos. Actualmente tiene cuatro hijos y los sostiene de una venta ambulante de helados; no pierde la esperanza de ser feliz algún día y de borrar lo trágico de su existir en el país del conflicto armado y los falsos positivos.

    *Helena: Nombre ficticio para proteger la identidad de la fuente.

    Relato a partir de un trabajo de aula de las asignaturas del programa de Comunicación Social: Electiva en problemas contemporáneos y Fotografía documental en una visita al municipio de Mercaderes Cauca para abordar casos de conflicto armado, memoria y resiliencia.

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    Isabel Rodriguez
    Isabel Rodriguez

    Comunicadora Social, docente, investigadora y emprendedora. Líder del proyecto El Claustro, periodismo Universitario y del Semillero de Investigación COMPETIC, del programa de Comunicación Social. Disfruto aprender, enseñar y compartir experiencias que transforman para contribuir a la formación profesional, ética y humana. ¡La educación es el arte aprender haciendo para visibilizar lo invisible y construir nuevos conocimientos desde el contexto en que habitamos!

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