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    Edición 2

    Ñatunga

    Isabel RodriguezPor Isabel Rodriguez1 mayo, 2016Actualizado:9 abril, 2018No hay comentarios8 Mins Lectura8 Vistas
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    Diana Cambindo

    Estudiante de Comunicación Social-Periodismo
    Fundación Universitaria de Popayán

    Hace mucho tiempo en un lejano pueblo costero alejado de todo avance tecnológico, alejado de toda civilización; en una casita de madera, nació una niña morena de pelo chontudo, ombligo herniado y una nariz bien ñata la que apodaron Ñatunga por su tan pronunciada nariz afro.

    Le gustaba, bañarse bajo la lluvia, jugar abricierre, la llevita, ponchado y compartir con sus padres; tenía una vida alegre y dentro del pueblo era considerada una de las niñas más envidiadas por lo emprendedora que era su madre, una mujer que se ganó el cariño de todos con su gentil manera de ser, por su hospitalidad y por su amor por los demás. Lo cual se veía reflejado en la gran acogida del restaurante que montó en el centro del pueblo, lugar donde todas las lanchas rápidas repletas de pasajeros se estacionaban, e iban directo a probar el suculento sabor costeño de manos de doña Lilia.

    Por otro lado la posición económica de su padre, quien era un profesor del pueblo, sabia de muchas materias y era considerado una caja de sorpresas por los innumerables saberes que poseía, esto además, les brindaba una gran estabilidad económica y social, podían gozar de muchos lujos que muchos niños en el pequeño pueblo no tenían.

    Pero Ñatunga era muy humilde y nunca se aprovechó de su posición para hacer sentir mal a sus amigos, al contrario le gustaba compartir sus juguetes y jugar con sus amigos en cualquier momento del día, era una niña muy feliz rodeada de todas las cosas bellas de la vida, una madre que supo cumplir su papel de la mejor manera, ganándose el amor y el respeto de sus hijos, un padre trabajador que luchaba porque nunca nada le faltara y unos hermanos muy divertidos que aunque a veces la hacían llorar de tanto molestar, eran su vida, los amaba y la hacían muy feliz, su familia representaba el todo. Pero no todo es siempre color de rosa, la vida da muchas vueltas y a veces te pone pruebas tan duras que empiezas a dudar de todo eso en lo que siempre has creído.

    Un día cualquiera, la mujer más luchadora, la mamá de Ñatunga enfermó, la mujer que le dio la vida, la que le enseñó a comer, a ir al baño, la que la peinaba antes de ir al colegio, fue invadida por una muy grave enfermedad, que inicio quitándole la movilidad de sus piernas obligándola a dejar su único medio de entretenimiento, su restaurante. Fueron dos largos años en los que Ñatunga vio como esa figura materna se iba deteriorando cada vez más, se iba desvaneciendo; esto obligó a su niña a verla sufrir por incontrolables dolores que terminaron llevándosela de este mundo y causando en Ñatunga un dolor en el alma y un  inmenso desprecio y odio hacia Dios, pasaba los días renegando la existencia de un ser supremo, aislada de la sociedad y encerrada en su habitación, luego de ser la niña más feliz y divertida del pueblito donde vivía, a quien le encantaba estar todos los domingos en misa, participando activamente de las actividades religiosas, Ñatunga se había convertido ahora en una solitaria niña, ya no jugaba ni sonreía, era una atea totalmente.

    Luego de la devastadora muerte de la madre de Ñatunga y tras pasar varios años de este lamentable acontecimiento y por seguridad de la pequeña, el papá decide enviarla a un internado de monjas donde según él, tendrí el apoyo materno que una nena de su edad se merece, pero las cosas no mejoraron. Ñatunga se ha convertido en una niña rebelde hasta el punto de ser llamada la pesadilla de las monjitas, por su mal comportamiento, por su mal desempeño académico y una que otra bromita que se ingeniaba con el fin de ser expulsada de ese internado.

    Y dio sus frutos, las hermanitas terminaron expulsando a Ñatunga del colegio lo que obligó a su padre a llevarla de regreso al pueblo donde nació, pero esto sí dio buen resultado, al parecer en esa búsqueda del padre para que la nena sintiera una figura materna, terminaron por alejarla de una figura paterna que es igual de importante para ella; Ñatunga tenía una muy buena relación con su padre, era una muy buena estudiante y ocupaba los primeros puestos motivo de orgullo para su padre, quien siempre la felicitaba y como incentivo decidió trabajar en la ciudad para brindarle a su hija mejores oportunidades, para abrirle las puertas y que conociera el mundo de una manera más entretenida, de la mano de él.

    Antes de cumplir la mayoría de edad Ñatunga, sale del colegio como es costumbre y se da cuenta que viene un joven siguiéndola y la conduce por un callejón solitario, cuna de drogadictos y violadores, al cabo de unas horas la luz brillante contrastaba con el interminable color blanco de las habitaciones de hospital, Ñatunga había sido violada, le habían arrebatado su inocencia de la manera más cruel y brutal del mundo, lo cual hizo que después de sentir que había un nuevo amanecer, el mundo se tornara oscuro una vez más. Ahora se sentía más sola que nunca, vulnerable y solo encontraba su paz interior en la terraza de su casa escuchando música.

    Así trascurrió un periodo largo de tiempo hasta que conoció un chico muy apuesto e inteligente del cual se enamoró perdidamente, hasta el punto de no hacerle caso a su padre y escaparse de su casa sin su consentimiento. Como cualquier otra adolescente enamorada, sostiene una muy grave discusión con su padre a causa de sus malas acciones y dejan de hablar, su novio le dice que debe hacer las paces con su padre, que deben hablar que se deben reconciliar pero ella sumergida en su capricho continua con su orgullo más elevado, sin que tenga la opción de percatarse de lo que estaba por suceder.

    En una mañana de diciembre su padre emprende un largo viaje con algunos compañeros y amigos y Ñatunga ya convertida en una mujer de 18 años, muy enojada y encaprichada, se va de la casa sin siquiera despedirse y desearle un buen viaje a su padre. Justo el 16 de diciembre, día en que inicia la novena de aguinaldo, día en el que por fin el equipo preferido de su padre gana un campeonato después de muchos años, justo ese día, su padre junto  a muchas personas más, sufren un aparatoso accidente causando la muerte de cerca de 20 personas entre ellas su padre y su madrina, dejando a Ñatunga totalmente sola en el mundo. Olvidando todo aquello que un día la hizo feliz, se convierte en la persona más solitaria, deprimida y triste del mundo ¿y Dios? ¿Quién es ese? Se olvidó totalmente de la misericordia y el poder de la divinidad de ese Señor supremo, porque le había arrebatado de la peor manera lo que ella más apreciaba en toda su historia de vida.

    Pero la vida no acaba, decide irse a estudiar con el apoyo de sus hermanos y de su novio, quien a partir de ese momento se convirtió en su tesoro más grande, su paño de lágrimas y el que la impulsó a cumplir sus sueños, quien siempre estuvo ahí, incluso en el momento en el que sintió que ya no tenía vida;  siempre tuvo su compañía y fue él quien la impulsó a poner su penas, su dolor, y su agobio en las manos de Dios, le dijo que Dios era la única solución, que era quien podría sanar toda clase de herida incluso las heridas del corazón, heridas del alma.  Hoy en día Ñatunga es una mujer enamorada de la vida con temor de Dios, hace todas las cosas en pro de la iglesia, hace oración continuamente, aprendió a perdonar y sentir que el tiempo de Dios es perfecto y creer en el poder sanatorio que tiene la oración, la oración con Fe.

    Hoy en día goza de buena salud, con toda un vida por delante y está cumpliendo sus sueños tal como lo hubieran querido sus padres, sueña con casarse con su pareja la que ama y le agradece por ser el motor de su vida y su escudo en los momentos difíciles, quien le ayuda a sobrellevar los problemas de mejor manera, y entregándoselos a Dios, quiere tener sus hijos y le pide a Dios le  de felicidad y la conduzca por el buen camino como hija, hermana, esposa y madre…

    Continuara…

     

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    Isabel Rodriguez
    Isabel Rodriguez

    Comunicadora Social, docente, investigadora y emprendedora. Líder del proyecto El Claustro, periodismo Universitario y del Semillero de Investigación COMPETIC, del programa de Comunicación Social. Disfruto aprender, enseñar y compartir experiencias que transforman para contribuir a la formación profesional, ética y humana. ¡La educación es el arte aprender haciendo para visibilizar lo invisible y construir nuevos conocimientos desde el contexto en que habitamos!

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