La experiencia de vida de los hermanos Cuetocué, en la comunidad indígena de Tierra Dentro, resguardo de Avirama, vereda La Muralla, departamento del Cauca.
Reinel, Octavio y Ovidio Cuetocué, tres hermanos con discapacidad visual. Reinel, el mayor, tiene 28 años; Octavio, 22 años; y Ovidio, quien falleció en el 2016, tenía 46 años. La discriminación les dejó secuelas físicas y emocionales a corta edad, debido a cuestiones culturales. Su pecado fue nacer ciegos.
Ellos han decidido contar su historia a partir de la experiencia que vivieron con su familia y en su territorio desde que tenían uso de razón. La violencia física y el rechazo comenzaron cuando su familia se enteró de que no podían ver, caminar o valerse por sí solos. Junto a la discriminación de sus padres, llegó la crudeza de la comunidad del resguardo indígena de Avirama en aquel entonces.
“Los inservibles”, así eran identificados. “Pues, nos consideraban un peso o un obstáculo para la familia. Hubo un momento en mi vida, a los 8 años de edad, donde pensaba, entonces ¿para qué vivo en este mundo? No voy a servirles”, expresó Reinel.
Sus testimonios dejan ver la vulnerabilidad para defender sus derechos. A pesar de tener padres, los hermanos Cuetocué no gozaban del amor, el cariño y el respeto familiar a sus 7 y 13 años de edad, tampoco de educación, salud integral ni participación social. Los niños eran maltratados por sus propios padres, y los golpes se convirtieron en una costumbre. Para ellos, la violencia física y psicológica era natural en medio de su inocencia; consideraban que se lo merecían.
Sus vidas cambiaron cuando las autoridades locales se enteraron de este caso y lograron las evidencias necesarias para brindarles un hogar seguro, lejos del rechazo, la discriminación y la violencia familiar.
Los hermanos Cuetocué pasaron de la oscuridad a la luz de un nuevo amanecer. Las oportunidades se abrieron camino y empezaron a sentir que la vida tenía otros colores. “Ahora vemos el mundo de otra manera y superamos las barreras a pesar de las adversidades”.
“Con el tiempo supe que podía ser alguien en la vida. Gracias al ICBF que defendió la vulneración de nuestros derechos, tenemos un hogar, alimentación y educación. Con el apoyo del Instituto de Bienestar Familiar, encontramos un hogar que nos ha enseñado los principios y valores que debe tener una persona”.
“Cuando llegamos a Popayán, todo era nuevo para nosotros. Teníamos miedo, porque no estábamos acostumbrados a recibir atención, pero luego comenzamos a socializar con el nuevo entorno. Ingresamos a la escuela Pedro Antonio Torres y después, cursamos el bachillerato en la institución Carlos M. Simmons. Hoy en día, curso séptimo semestre en Comunicación Social, en la Fundación Universitaria de Popayán – FUP, donde me estoy formando como profesional, para emprender mis sueños desde la producción de contenidos radiales, y mi hermano en Psicología preparándose como futuro profesional”, agregó Reinel Cuetocué.
Un llamado a reflexionar
“Con este testimonio invito a todas las personas con discapacidad visual a superar los obstáculos y seguir luchando; porque ser una persona ciega no es una barrera o un peso para la familia.
Se presentarán dificultades en el camino, pero eso no significa desfallecer; por el contrario, es el momento de encontrar soluciones e incluso de superar las adversidades”.
“Comparto nuestro testimonio en este Podcast, para que otros conozcan nuestra experiencia y multipliquemos nuestras voces hacia la concientización y el cambio social”.
¡Cuezas uyotaw mundo te vite te tech diferente te! ¡Porque nosotros vemos el mundo de una manera diferente!